La culpa: La emoción que te ancla en el pasado.

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LA CULPA: CÓMO NOS AFECTA ESTE SENTIMIENTO A LAS PERSONAS?

“Eliminar la culpa,  curar las heridas y seguir adelante no es fácil.., pero es el camino. “

El tema de la culpa como emoción es fascinante… y cruel. Vivimos en una sociedad donde nos culpan y nos juzgan desde que nacemos y, por lo tanto, aprendemos a culpar y juzgar desde que tenemos conciencia. Mucho antes de buscar la solución, buscamos el culpable.

Cuando somos niños se nos castiga y culpa cuando “ hacemos algo mal “ , sea tirar un plato, manchar una pared con pinturas, olvidar un libro en el colegio…  “Qué manazas eres” -nos dicen. O “qué guarro”, o “qué desastre”

No es de extrañar que aprendamos tan pronto a autocastigarnos cuando algo nos sale mal o nos equivocamos. ¿Que rompo un plato? Es que soy un manazas. ¿Que no soy capaz de defenderme ante una critica injusta? Es que soy un cobarde y un inútil. ¿Que se enfada mi pareja conmigo? Es que soy una pesada, y tiene razón en enfadarse.

Y así ejemplos hasta casi el infinito, y sus efectos son terribles: Sufrimiento, angustia, baja autoestima, tensión, insomnio, …etc.

Vamos a pararnos a analizar la propia palabra culpa.

 

Analizando la palabra culpa

De por si, ya es erróneamente utilizada de base, pues culpable es aquél que hace algo a conciencia, queriendo. La mayor parte de las conductas por las que nos culpamos no son conscientes, ni con conciencia de hacerlas mal adrede. Por ejemplo, hoy he tenido a una madre que ha venido destrozada porque, tras muchas discusiones y conflictos con su hijo ( adicto al juego), le ha quitado las llaves de casa. Este ha sido nuestro dialogo:

    • Madre: “ Ya no podía mas. He llegado al limite, me ha llamado de todo, me quería pegar. Porque es así? Es culpa mía No le he educado bien… No le tenia que haber quitado las llaves no? He hecho mal. Ha recaído por mi culpa”.
    • Yo: “Lo has hecho queriendo?”.
    • Madre: “¿Cómo?”.
    • Yo: “Sí, sí. ¿Le has retirado las llaves para mortificarle y que se juegue la nomina del mes? ¿Para que se fastidie y sufra, y hacerle daño?”.
    • Madre: “¡Noooo! Es porque estoy harta de su egoísmo, pero yo quiero que esté bien. Es lo único que quiero”.
    • Yo: “¿Entonces de qué eres culpable? ¿De querer que esté bien?”.

La madre se queda en silencio y pensativa asimilando lo que le he dicho.

No olvidemos que somos “responsables” de nuestras conductas. Y sí, a veces nos equivocamos y hacemos las cosas de forma equivocada e incluso daño a los demás; pero siempre hay tiempo de aprender de nuestros errores y de rectificar. Culpables son aquellos que emiten conductas nocivas hacia los demás de forma consciente y con el objetivo de hacer daño.

Partiendo de esta base, es fundamental aprender a diferenciar en nuestra mente, en nuestro lenguaje interno, la “culpabilidad” de la “responsabilidad”. La culpa te ancla en lo negativo. Te auto-castiga y te bloquea, sumergiéndote en un bucle oscuro lleno de pensamientos negativos que solo llevan al sufrimiento. La responsabilidad es realista y asume un error, buscando la solución y sin pararse en la culpa. Pongamos un ejemplo sacado de mi experiencia profesional:

J.M. es un paciente diagnosticado con un trastorno de déficit de control de impulsos, especialmente la ira, que se agrava con el consumo, aunque sea en pequeñas dosis, de alcohol. Eso ha derivado en una desestructuración familiar. Sus hijos y su mujer se han apartado de él pues su agresividad, siempre verbal, y su falta de control eran altas. Le tenían miedo. Al inicio de la terapia estas verbalizaciones eran habituales : “He sido un cabrón, yo soy el culpable de que mis hijos no me hablen, les he maltratado, soy un hijo de puta. No me extraña que no quieran verme. Estaría mejor muerto…” Y un largo etcétera. Culpa, culpa, y más culpa.

En la actualidad, tras la terapia, sus pensamientos y verbalizaciones van en una dirección mas realista y , por supuesto con un coste emocional mucho mas bajo: “Es verdad, no me comporte bien con ellos, a veces, cuando perdía el control , les hacia daño. Soy responsable de lo que ocurrió, pero ahora estoy mucho mejor. Se que no podía hacer otra cosa entonces. No tenía las herramientas para actuar de otro modo. Hoy tengo claro que tenia un problema y le he puesto solución. Lo hecho, hecho está. Pedir perdón y perdonarme a mí mismo es el camino, y la forma de hacerlo es dejar en la cuneta el pasado y la culpa.” ( J.M. Esta retomando la relación con sus hijos).

CONCLUSIÓN:

La culpa te ancla en el pasado, produce un gran dolor emocional y no te deja vivir el presente.

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