Imagen de mohamed Hassan en Pixabay
En esta ocasión, abordaremos de nuevo el concepto de la culpa ya tratado en este artículo, para incidir de nuevo sobre algunas cosas explicadas y reforzarlo un poco más, ya que dada la situación actual de pandemia es uno de los problemas que más he visto aumentar en mis pacientes.
De todas formas, es curioso… Me encuentro ahora mismo ante un documento casi en blanco, intentando escribir un artículo sobre la culpa pero, por cuestiones personales que no vienen al caso, no encuentro la motivación para escribirlo.
¿Por qué lo hago, entonces?
Fácil: Para no sentirme culpable después.
La culpa es un sentimiento negativo muy muy poderoso; es una emoción que lleva SIEMPRE al sufrimiento, de un modo u otro.
Otras personas pueden hacerme sentir culpable mediante, por ejemplo, el chantaje emocional; pero yo también puedo, por tanto, hacer sentir culpables a la gente a mi alrededor mediante mi victimismo.
¿Por qué está tan arraigada en nuestra sociedad una emoción tan nociva? ¿Por qué hace tanto daño psicológico? ¿Por qué tiene tanto poder de manipulación?
Lo queramos o no, vivimos en una sociedad católica, apostólica y romana (con todos mis respetos hacia las creencias personales de cada uno), pero además, capitalista y muy competitiva; con lo cuál, desde la más tierna infancia nos enseñan que mentir está mal, que hay que ser bueno y que “tienes” que hacer las cosas bien para “triunfar” en la vida.
El bien y el mal; lo que quiero hacer vs. lo que debo hacer; presión, presión y más presión…
Y la culpa cuando cometo un error, cuando me voy con los amigos en lugar de cuidar a mi madre, cuando pienso en otra mujer estando casado, cuando me tumbo a ver la tele en lugar de poner la lavadora, cuando le chillo a mi hija, cuando mi pareja me dice que no lo quiero, cuando no apruebo el examen, cuando no termino el trabajo… etc.
Culpa, culpa y más culpa…
Pero, ¿realmente somos culpables de algo?
La definición, al menos psicológica, de culpabilidad, es cuando hacemos algo queriendo, en plena conciencia de que lo estamos haciendo mal, y aún así, lo hacemos.
- Cuando cometo un error en el trabajo, y me equivoco en un balance, ¿lo he hecho queriendo?
- Cuando grito a mi hija tras 17 veces de pedirle algo por favor, ¿lo hago queriendo para hacerla daño?
- Cuando me voy de fiesta con mis amigos y dejo a mi madre una noche sola, ¿lo hago para que lo pase mal?
CLARAMENTE NO. NO SOMOS CULPABLES. SOLAMENTE RESPONSABLES DE NUESTROS ACTOS, PERO NO CULPABLES.
¿Cómo actuar ante la culpa?
Recuerda,cuando sientas una punzada de culpa en tu cerebro, cuando comiences a pensar “debería de…”, “tendría que…”, párate unos segundos, tómate tu tiempo en respirar y en tomar conciencia de tu responsabilidad (que no de tu culpa); y, en último término un “que les den” a tiempo será bastante más sano que dejarse llevar por la culpa y por las cogniciones negativas.
La culpa aparece en nuestro cerebro en forma de frases negativas, pensamientos que nos producen malestar emocional, así como tristeza y angustia, y que rigen nuestras vidas de forma negativa e irreal; llevándonos a actuar en la mayoría de los casos en contra de nuestros deseos, y manipulando negativamente nuestra conciencia y posterior conducta. Esto finaliza siempre del mismo modo; angustia y posterior tristeza.
Localiza esos “tengo que…”, esos “debo…”, esos “y si…” e intenta pararlos y controlarlos. Te ayudará. La otra opción es el sufrimiento emocional.
Recordemos que el pensamiento no deja de ser una conducta: la conducta de hablar con nosotros mismos; y como tal, es susceptible de cambio.
Inténtalo y, si no lo consigues, intenta dejarte ayudar por un buen psicólogo. Estamos para eso.
Un abrazo.